Sueño: Tras su descubrimiento en 1958 por el Dr. Aaron Lerner, en los años 80 se investiga intensivamente con melatonina. Entonces se descubrieron los efectos de la melatonina en el control del ritmo sueño-vigilia y empezó a usarse para combatir las alteraciones del sueño y el síndrome de jet-lag. En estudios a doble ciego se ha podido probar que, cuando se administra la dosis adecuada, la melatonina ayuda a conciliar el sueño, a dormir sin alteraciones durante la noche, y mejora la calidad del sueño. La melatonina no se puede comparar con somnífero convencionales, ya que estos provocan evidentes efectos secundarios y crean una no menor dependencia. Además, algunos de estos somníferos inhiben la producción natural de melatonina. En cambio, la melatonina no provoca adicción, sino que optimiza el ciclo natural de sueño. Con ello desaparece el cansancio matinal que se observa con la ingestión de otros somníferos.
Jet-lag: La melatonina tiene la propiedad de corregir el ritmo de sueño-vigilia, que se altera cuando se hacen vuelos transoceánicos o cuando se trabaja en turnos rotativos. Diversos estudios han probado que la melatonina acelera el reajuste del ritmo circadiano e inhibe los síntomas de los husos horarios.
Sistema inmunológico, cáncer y envejecimiento: A mediados de los años 90 se conoce la potencia protectora de la melatonina contra los radicales libres. La melatonina aumenta el efecto citotóxico de la células NK (natural killer cells), que son las responsables de la resistencia inmunológica, y estimula el sistema inmunológico. Los efectos inmunosupresores de la cortisona pueden contrarrestarse con el aporte de melatonina.
Su acción protectora celular, estimulante y antiprofiláctica de la melatonina ha motivado estudios en los que la substancia se administra en el tratamiento del cáncer. Hasta ahora no existe ningún indicio de que la melatonina eleve el índice de supervivencia en enfermos de cáncer, sin embargo parece que prolonga la vida de los pacientes.
Otro efecto que se está estudiando de la melatonina es la posible reducción de la presión ocular, lo que puede ser de gran importancia en el tratamiento contra el glaucoma.
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